domingo, 26 de febrero de 2017

¿Y si te toca a ti...?

     ¿Eres maestra o maestro y no tienes hijos, o has tenido la dicha de que sean guapos, obedientes, estudiosos y formales? Si es así, te pido que leas esta anécdota y la posterior reflexión.

     Una maestra con la que he trabajado, madre de dos niños guapos, listos y educados (o eso ha dicho siempre) ha hecho suyas frases como las que siguen en evaluaciones, en el aula y en los pasillos: "yo a este no le apruebo aunque pasen mil años", "con esa letra yo no le corrijo el examen", "otro de los de la moda del déficit de atención", "con el frío que hace y sin abrigo, no miran para él en casa", "a mí me da igual las disculpas que ponga, si no trae el trabajo, no le apruebo"...

     Pues esta maestra me dice el otro día: "Tengo que hablar contigo porque estoy preocupada con mi hija. Escribe fatal"

     Quito importancia y digo que hacer una caligrafía perfecta tampoco es importante mientras la letra sea legible. Añade: "Es que no es legible. No se distingue la "a" de la "e, las "b" de las "v", las "m" de las "n"..."

     Me vinieron a las cabeza sus palabras: "Yo a X. no le corrijo el cuaderno mientras no cambie la letra", y no corregía el cuaderno a esa alumna, con la consiguiente penalización.

     Todos hemos hecho aseveraciones de ese tipo, yo la primera, y creo que deberíamos reflexionar y humanizar a nuestros alumnos. No trae abrigo cuando hace frío porque es caluroso (no hablo de 5 grados bajo cero, sólo de hacer frío), pero su madre le persigue con la cazadora porque se preocupa de él. No hace esa letra imposible de leer porque te tenga manía, no sabe o no puede hacer otra por múltiples causas. No se mueve continuamente para fastidiarte, su impulsividad le domina.

     Y muchos más ejemplos podría recordar, pero en resumen solo trato de poner de evidencia que detrás de cada acto hay una causa y no suele ser esta el buen o mal hacer de los padres. Y que se ve diferente cuando te toca a ti...