sábado, 3 de julio de 2021

Covid en los colegios, o la responsabilidad del alumnado.

Los escolares nos han dado un ejemplo de responsabilidad este curso.

Mensajes en el suelo










Llegaron al colegio el 9 de septiembre, con sus mascarillas y bien advertidos de casa para no tocar nada de los demás, para no jugar con las cosas de otros, para no abrazarse ni acercarse mucho. A la entrada, una línea marcaba donde debía situarse cada niña y cada niño de cada curso     

 

Los patios también hubo que cambiarlos. Cada clase tenía su sitio marcado y dentro de él podían jugar (a ver a qué...) pero no podían salirse. Se debatió si comer en el aula o comer fuera. En el aula cada uno estaba en su sitio, pero fuera, manteniendo la distancia, podían interactuar... Mientras no hiciera mucho frío o lluvia, se merendaba fuera. 

Como no se podía jugar a muchas de las cosas que antes se jugaba (a pillar, con un balón, a simulacros de luchas...) se puso de moda pintar en el suelo con tizas de colores.

Trucos caseros para mantener a raya los virus...

Los primeros días todo era explicar y recordar que las sillas y mesas estaban colocadas en unas marcas y de ahí no se podían mover. Que no se podía compartir material. Que había que lavarse las manos dos o tres veces en la jornada escolar. Que tenían que usar el gel hidroalcohólico.

Cada grupo permanecía en su aula, y no se iba al aula de música, ni al de inglés, ni al de plástica...

Manteniendo las distancias protocolarias
No ha habido excursiones, ni salidas, ni talleres... Las celebraciones se llevaban a cabo por clases. La única actividad que hicimos todo el colegio fue el día de La Paz, y resultó emocionante ver a todos los niños y niñas del colegio en el patio con mascarillas, distancia, signando una canción de manera espectacular. Y lo hicimos por localidades.

Día de La Paz en San Pedro de Trones



    










Día de La Paz en Puente de Domingo Flórez



                                Ensayos para el Día de La Paz.
                                        
Muchos cambios, muchas limitaciones, muchas normas... ni una queja. Los niños y niñas del colegio han llevado la mascarilla todo el tiempo, sin protestas. Han permanecido en sus sitios sin mover las mesas. 
Ha sido el año de las mascarillas como complemento. Los niños llevaban mascarillas con dibujos y algunas maestras con mensajes: 

     

Y así hasta la graduación, que este año tuvo que ser a puerta cerrada, donde cada grupo estaba sentado en el sitio señalado, en el patio. Y los dos cursos que se graduaban, situados a ambos lados del patio cubierto, con mascarillas, distancias...

Un curso raro, difícil, "aséptico" en el que los niños nos han dado una lección de responsabilidad. Un año en el que las mascarillas no nos han dejado ver los cambios:

 Y, aunque el objetivo de esta entrada es dejar patente el comportamiento del alumnado, cae por su propio peso que el trabajo de los equipos directivos se ha multiplicado por 10, los encargados de los equipos Covid han tenido que tomar decisiones y gestionar algo para lo que han sido preparados a la carrera, y que los docentes han pasado ganas de abrazos, de caricias, de achuchones y de actividades que impliquen interacción.









martes, 25 de mayo de 2021

13 de mayo. Día del niño hospitalizado

A raiz de una de esas campañas que animan a conocer la realidad de los niños que tienen que permanecer hospitalizados por temporadas largas, nos planteamos hablar de ello a los niños y las niñas de nuestro colegio.

Esta idea que surgió de una conversación entre maestras de dos localidades distintas, acabó implicando a toda la comunidad educativa de tres localidades. 

Niños, maestros y familias comunicados.

A mediados de abril tuvo lugar una videoconferencia con Aure, una maestra hospitalaria de Málaga que nos contó en qué consistía su trabajo, y con Nico, un niño que lleva dos meses sin ir al colegio porque le han puesto un halo y tendrá que estar así hasta que le operen, posiblemente en el mes de junio.





Después todos los niños y niñas del CRA hicieron tantos y tantos mensajes que no cabían en un sobre. Mandamos un paquete al hospital materno infantil de Málaga, otro a Nico en Mataró, otro a Iván en Málaga y otro para Inma.

Estos tres puntos de España se han conectado en el proyecto. Mira el vídeo:



Pocos días después recibieron nuestros mensajes y nosotros recibimos un mensaje muy especial. Spiderman, el mismísimo Spiderman, nos daba las gracias por participar en este proyecto. No podíamos creerlo. Aquí podéis verlo vosotros también:


Para resumir el proyecto, os mostramos este vídeo tan emotivo con un montón de dibujos, cartas y preciosos mensajes entre niños y niñas de Puente de Domingo Flórez, Málaga y Mataró.




domingo, 21 de marzo de 2021

Clases en estado de alarma.

Hace un año nos confinaron. Hace un año, 24 horas de un día nos cundían como 36. Nos daba igual que fuera sábado o martes.

Recuerdo aquellos primeros momentos de incertidumbre. Desconocíamos cuánto durarían esos 15 días anunciados del estado de alarma. Al principio estábamos todos más perdidos que un pulpo en un garaje. No sabíamos cómo conectar con los niños, y si nos conectábamos, no sabíamos qué decirles...

Cada uno lo vivió de una manera, los tutores, los especialistas, los que trabajamos en pueblos, los que trabajan en centros grandes, los que vivimos en la zona rural... 

Las que además éramos madres, otra película aparte.

Empezamos, mi compañera la especialista de AL y yo, a contactar con los alumnos y alumnas. Que no tenían las credenciales para entrar en Teams y no sabían ni qué era eso del Teams, que no tenían ordenador, que el móvil no dejaba instalarlo y que lo poco que había era para compartir en algunos de los casos. Guiadas por dos compañeros que nos dijeron los atajos que habían tomado para habilitar a los niños mientras llegaban, y no, las instrucciones para hacerlo como la Junta mandaba, mano a mano con las madres y padres, con las hermanas mayores... el sábado por la tarde lo teníamos. 

Al mismo tiempo, una amiga me enseñaba cómo usar Teams, cómo tener mil pantallas para compaginar el libro digital, la pizarra en la que trabajábamos, el chat con los alumnos...,  y luego yo se lo explicaba a otra amiga, y a otra... para luego llevarlo a la práctica con los alumnos. A las dos de la mañana, nos conectábamos, hablando bajito, como si estuviéramos haciendo algo ilegal para probar lo que al día siguiente haríamos en clase. 

Los alumnos respondieron más que bien y mejor que mejor. Era consciente desde el primer momento que buscaban el contacto y que se alegraban de tener clase. No faltaron nunca. Solo un alumno, por un problema familiar (y me pidió recuperar la clase) faltó una hora y otra alumna por problemas de conexión y dispositivos no pudo conectarse con la plataforma, y lo suplimos como pudimos, dando clase por whatsapp. 

Cuando vuelvo a esos días, recuerdo un "trabajar de continuo".  Tutorías mientras sacaba a pasear al perro o mientras hacía la comida. Solucionar problemas a cualquier hora y en cualquier habitación de la casa. Seguir la evolución de la operación de la mascota de un alumno o ser el público de un concierto de ukelele improvisado. Enseñarles por el balcón cómo era mi pueblo o si llovía. Dar clase a una alumna en diez ubicaciones distintas (cocina, salón, dormitorio, distintas habitaciones de la casa de la abuela, y en el coche) o dar clase a un alumno con su cámara apagada porque estaba comiendo un bocadillo de chorizo puesto que se había levantado con el tiempo justo para la clase y no había desayunado. Aparatos enchufados siempre porque se acababan las baterías: ordenador, tablet, móvil... 

Si me dicen que el aula iba a ser el dormitorio de mi hijo, que daría clase a un alumno en pijama (él), que diría "un momento que pita la panadera, ahora mismo vengo", que mi hijo se sabría el nombre de cada alumno y alguna característica, que con chancletas y calcetines explicaría el volumen de una pirámide ayudada por los legos, que daría clase por whatsapp, que tuvimos que acabar una actividad mientras yo hacía un sofrito porque nos llevó más tiempo del que duraba la clase. Nunca lo hubiera imaginado, y creo que hasta habría apostado algo. La cabeza no, que la perdí hace años. 

La casa llena de alumnos  mientras las calles estaban vacías. Fue una aventura increíble. Y los alumnos y alumnas más increíbles aún. Espectacular. Agotador y espectacular.

El vídeo es un miniresumen, porque no hice foto todos los días y porque no debo sacar a los alumnos.




Y en este enlace podéis escuchar cómo lo cuento:

Estudiar desde casa


Lo de menos eran los ángulos y las tablas.

Lo importante era estar. Acompañar.