miércoles, 28 de septiembre de 2016

Si, tú puedes, hijo.


Recuerdo el día que, al llegar a casa, mi hijo esperaba con una astilla en el dedo, a que yo se la quitara.

Cuando cogí las pinzas y empecé a tirar, me dijo: "¿me duele?".

A continuación, le dio la risa al darse cuenta de lo que había preguntado.

Pero no estaba desencaminado. Lo que quería escuchar era eso, que no le estaba doliendo.

Porque si una madre te dice que puedes, podrás.




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